Lorenzo Goñi
LORENZO GOÑI, uno de los dibujantes españoles más importantes de los últimos tiempos, nace en Jaén en 1911. En seguida se traslada con sus padres a Barcelona, donde hace sus primeros estudios. Debido al sarampión, comienzan a manifestarse los primeros síntomas de su incurable sordera. «A los catorce o quince años ya era un sordo notorio al que había que hablar fuertemente». Su aislamiento, fuera del estrecho círculo familiar, es completo y la timidez le dificulta la vida social.
Su padre le matricula en academias de pintura, donde dibuja bodegones y desnudos del natural. En el trazado de estos últimos adquiriría esa soltura y seguridad pasmosa que, más adelante, serían una de las señas de identidad de sus grabados y dibujos. En sus paseos por la montaña, vivió un episodio catártico que, a pesar de su trivialidad -lo trivial es lo más serio-, le llenaría de remordimientos de por vida. Mató un gato de una pedrada. El artista poblaría en el futuro de gatos sus composiciones -otra de sus señas de identidad-, en una especia de «oscuro homenaje a mi víctima».
Español y universal, su lenguaje se entiende en todo el mundo. Es un soñador inverosímil, creador de mundos inexistentes, pero que rezuman realidad. Sus mujeres –no hay erotismo como el suyo–, sus gatos, sus aquelarres, sus viviendas imposibles y una constante y fatigada humanidad que se adivina en perpetua soledad –sus personajes no hablan: quizá tampoco escuchan–, capturan definitivamente la sensibilidad del que los mira. Quien se asoma alguna vez a su obra queda atrapado para siempre.