Tributo a las genias, Manuel Terán

MUJERES DEL ARTE EN SUS PUPILAS

Reír nos hizo invencibles. No como las que siempre ganan,
sino como las que nunca se rinden (Frida Kahlo)

Resulta grato y plausible, que un varón pintor se ocupe de subrayar en su
obra la importancia de las mujeres en el arte, y exponga una generosa nómina de
ellas en su obra, pintoras procedentes de distintas épocas, de distintos estilos. El
título de la exposición es “Tributo a las Genias”. La palabra “genia” no se
encuentra en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, RAE, pero quizás
las feminizadoras del lenguaje logren introducirla. Ciertamente la semántica no es
ingenua o inocua, sino todo lo contrario. El título de la muestra habla de tributo y
no precisamente de homenaje, que suele ser lo habitual y más pomposo. “Tributo”
quiere decir, según el Diccionario de la citada RAE, la “obligación que se impone
por el uso o disfrute de algo”. Es una forma de reconocimiento, de pleitesía del
pintor por el disfrute de la obra artística de estas féminas.
La actitud del pintor va contra ese dicterio que se repite, incluso en Internet,
a partir de la afirmación irónica de Simone de Beauvoir y por tanto en sentido
contrario: Hay mujeres que están locas y hay mujeres de talento: ninguna tiene la
locura del talento que se llama genio.
Aserto deleznable.
Terán viene a decirnos que se siente deudor del trabajo pictórico que
hicieron, esas damas, maestras del arte, como se siente igualmente obligado ante
los autores masculinos, a los que anteriormente dedicó otra exposición bajo el
título de “Tributo a los Genios”, muestra que tuvo lugar en la Fundación Antonio
Saura, Casa Zavala de Cuenca en este mismo año 2021. No olvidemos que un
artista que se precie tiene sus raíces en la tradición que viene de las cuevas de
Altamira o las de Lascaux, porque todo buen arte se basa en el descubrimiento
previo de los grandes maestros -y maestras, si nos atenemos al reiterado lenguaje
inclusivo-, de lo contrario sería un artista naïf. Donde no hay tradición, hay plagio,
dejó dicho con rotundidad y gracia, el admirado estudioso y crítico de arte don
Eugenio D´Ors.
Creo intuir que, después de la exposición “Tributo a los Genios” -donde sólo
figura una mujer: la artista japonesa Kusama, entre grandes firmas-, confesados
maestros del autor chileno, como son Picasso, Rothko, Bansky, Basquiat,
Dubuffet, Fontana, Freud, Indiana, Johns, Magritte, Matta, Pollock o Vermeer…
Terán se sentía en deuda, quizás, con las damas, mujeres artistas que en el
mundo han sido y que en muchos casos fueron preteridas por la simple dinámica
de la sociedad masculinizada, que llegó incluso, directa o indirectamente, a acuñar
la idea de que el arte realizado por mujeres era inferior o de segunda categoría. Y
no era ni es así, si prestamos un mínimo de atención al arte hecho por mujeres a
lo largo de los siglos, aunque se haya tenido que refugiar en ocasiones en
pseudónimos masculinos.

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Recordemos, por ejemplo, como Gran Bretaña, país rico en pintores de
acuarela, reconoce hoy en anticuarios y brocantes, las hermosas pinturas al agua
que realizaron muchas mujeres en la intimidad y privacidad de su living room, al
tiempo que administraban la casa y cuidaban de su prole. Les faltaba “una
habitación propia”, al decir de Virginia Woolf. Unas firmaban y otras no; la mayoría
no osaba exponer, porque no se lo permitía el varón o porque las circunstancias
de la sociedad en que vivían no les eran propicias. Ahí quedó su trabajo artístico,
con firma o sin ella, pero con una clara vocación artística en su obra y, desde
luego, una indudable valía estética.
Virginia Woolf también lo acuñó: Detrás de muchos anónimos hay nombres de
mujer.

En los cuadros de Terán están los rostros o los atributos personales o
pictóricos de Georgia O´Keeffe, Frida Khalo, Tamara de Lempicka, María
Blanchard, Ángeles Santos, Yayoi Kusama, Mary Cassat, Louise Bourgeois, Hilma
af Klint, Sonia Delaunay, Maruja Mallo, Remedios Varo… La nómina no puede ser
más granada y selecta, cada uno de los nombres femeninos con sus
características singulares. Hay que tener en cuenta que el autor no se fija en ellas
solo porque sí, sino porque su obra, valiosa, resplandeciente y singular, ha
merecido su atención artística, su ojo de pintor.
No pretendo traducir literalmente las apreciaciones de Terán ante las
mujeres artistas, pero ahí están: Georgia O´ Keeffe, por su espectacular cambio
de escala, sobre todo en las flores; Frida Kalho, por su particular iconografía de la
enfermedad y el dolor; Tamara de Lempicka, por su precioso lenguaje decó y
modernista; la encorvada María Blanchard -la petite Marie la llamaba Picasso y
otros vanguardistas- por la ternura especial en su cubismo; Ángeles Santos,
pintora y artista gráfica, por su particular dibujo y lenguaje de años 40 y 50, con
acentos surrealistas en sus primeros cuadros; Mary Cassat, una intérprete
maternal del impresionismo; Maruja Mallo, de la generación del 27, con sus
extravagancias singulares; Yayoi Kusama, por su mundo colorista punteado y
moteado; Remedios Varo, por su mundo mágico y onírico; Sonia Delaunay, por su
orfismo radiante y cromático; Louise Bourgeois, por su potencia en la escultura,
con sus arañas elevadas, hijas de los elefantes oníricos de Dalí; Hilma af Klint,
una sueca sorprendente con su arte abstracto de gran belleza ornamental; de
maría Helena da Silva, por su elegancia y refinamiento en la abstracción; a la
sorprendente chilena Violeta Parra, más conocida como cantante, que también ha
pintado y expuesto su trabajo artístico, hoy en su museo santiaguino, una pintura
entra naïf expresionista y ácida…
… Y así podríamos continuar una a una de las artistas en la treintena de
cuadros que Terán presenta en el Ateneo de Madrid y, más adelante, de modo
itinerante, presentará en otros foros expositivos.

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Mujeres artistas, mujeres pintoras, en su mayoría del presente de varios
siglos, si cabe esta paradoja como contradicción aparente. El arte que es
permanente se hace arte clásico, universal. En el arte no hay evolución, como en
la ciencia, sino metamorfosis, le gustaba repetir al maestro suizo, el arquitecto
Alberto Sartoris. ¿Quién se atrevería a decir que Picasso es superior a Velázquez
por el hecho de haber nacido después? No es posible, entre el arte de uno y otro,
solo ha habido metamorfosis en la forma, en la estética, en los materiales… pero
el arte de uno y otro es clásico, en el sentido de permanente, universal. Válido
para todos los tiempos y todos los hombres y mujeres, principalmente del arte.
Igualmente sucede entre las damas pintoras elegidas por Terán. De su
primera exposición sobre genios a la actualidad sobre genias, ¿qué ha sucedido?
Sin duda alguna, una mirada atenta, un equilibro justo, una paridad necesaria
regida por el artista varón en este caso. Los dos volúmenes de ambos catálogos
“Tributo a los Genios” y “Tributo a las Genias” constituyen hoy un valor de
indudable consulta. Genios y Genias con mayúscula, como merecen sus obras y,
por ellas, los conocemos a unos y otras.
Y no sólo esto. Terán ha querido que los textos del catálogo en esta
ocasión fueran firmados por mujeres, para que expongamos aquí nuestras propias
reflexiones desde el mismo ámbito de los hombres con los que compartimos el
mundo, la vida y la existencia.
Una saga de prestigio
Vaya por delante que Terán es hoy uno de los pintores realistas más
cotizados en el circuito artístico. Su maestría en el dibujo y el color, su buen gusto,
le hacen ser reclamado como retratista. El artista visual pertenece a esa fértil saga
de pintores chilenos afincados en España, que tienen su cabeza de fila en el gran
Claudio Bravo, al que tuve el honor de conocer, tratar y admirar. Recientemente
he publicado una semblanza de ese autor en mi libro “Historias y personajes del
Norte de África II” (1). Ese realismo “chileno” de gran maestría, se hace patente en
los retratos de mujeres pintoras, presentados ahora por Terán, en los que cada
uno de ellos, como marca la tradición, se muestra con el rostro o con su
correspondiente atributo definitorio, sea una rosa o un objeto. Una tradición que
viene del mundo clásico greco-romano. Casa dios, diosa, héroe o ninfa tienen su
atributo definitorio en su iconografía, Lo mismo sucede en el santoral cristiano
Las series, tanto de Genios como de Genias constituyen, e todo caso, una
buena panoplia de retratos, ese género a veces denostado en el pasado como
“género nutricio de los artistas” en la pintura. Aquí no se trata de encargos, sino de
libertad en el reconocimiento al maestro y maestra que preceden al artista. Se ha
dicho que la Pintura Española no se comprendería bien sin el retrato, que el
Museo del Prado es cima de ellos, comenzando por Las Meninas de Velázquez. El
retrato es la naturaleza viva más vivaz e inquietante, la figura humana, el rostro,
nos interpela con su mirada. En los retratos de mujeres pintoras de Terán, ellas
aparecen firmes y seguras de sí mismas, de su arte que es o fue su forma de estar
y permanecer en el mundo. La National Portrait Gallery de Londres dedica todo su
edificio y espacio al retrato como género por excelencia, en todos los soportes
imaginables. En Gran Bretaña, el retrato es tan importante, que toda exportación

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de un retrato se mira con lupa en el Reino Unido, porque requiere aquiescencia de
permiso de salida, se estima que no debe exportarse retrato alguno digno de
interés para su historia del país.
Las Genias, las artistas visuales seleccionadas por Terán, han contado con
el reconocimiento social y crítico de su trabajo artístico. Han entrado en los
museos y/o colecciones de arte importantes y no pueden quejarse, como hacía el
colectivo feminista de las Guerrilla Girls, que en los años 80 hacía rápidas razias
en el Metropolitan Museum, que, con tácticas de guerrilla y su famoso grito y
leyenda: Do women have to be naked to get to the Met Museum? Less than 5% of
the artists in the Modern Art sections are women, but 85% of the nudes are
females. (¿Es que las mujeres tenemos que desnudarnos para entrar en el
Metropolitan Museum? Menos del 5% de artistas en las secciones de Arte
Moderno son mujeres, pero el 85% de los desnudos son femeninos). Con esa
táctica de invasión rápida de encapuchadas con cabeza y caretas de gorilas,
querían denunciar la discriminación de la mujer en el arte. Y no solo llevaron su
acción a las artes visuales, sino también a las literarias y teatrales. Los carteles,
pasquines y escritos de las mujeres encapuchadas Guerrilla Girls Han llegado a
ser expuestos en el MoMA de Nueva York, seguido de otros muchos museos. Sin
reivindicación no hay presencia. Las feministas norteamericanas saben mucho de
esto y son eficientes al ponerlo en práctica. Siguieron al pie de la letra la
afirmación de la escritora francesa Simone de Beauvoir: El feminismo es una
forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. (Quiero dejar constancia
de mi feminismo como defensa de los derechos humanos en igualdad a los
hombres, nada más lejos del feminismo radical de la carga de la prueba en el otro,
o la paridad por sistema, entre otros excesos). Emma Watson lo expresó con
audacia: Las mujeres sienten como si requiriesen de una aprobación para hacer
las cosas. Debemos liderar, tomar las riendas y cambiar eso. O el consejo de
Margaret Atwood: Si queremos un mundo más justo, tenemos que defender un
mundo más justo para todos. Y Camila Läcksberg lo redondeó: Una de las
razones por las que los hombres tienen el poder es porque son mucho mejores
que nosotras a la hora de formar hermandades. Conclusión: tenemos que
espabilarnos en este campo, en las agrupaciones y asociaciones.
El célebre Museo Nacional de Mujeres Artistas (National Museum of
Women in the Arts, NMWA), fundado en Washington en 1981 por la coleccionista
Wilhelmina Holladay fue un hito del siglo XX en esa reivindicación de las féminas
dedicadas al arte. Su objetivo declarado era dedicarse al “reconocimiento de los
logros de las mujeres en las artes visuales, interpretativas y literarias”. Wilhelmina
y su esposo Wallace se dieron cuenta de que los grandes museos carecían de
nombres de mujer y decidió crear uno precisamente para ponerlas de relieve y
subrayar su firma. Wilhelmina decía que el arte de las mujeres estaba tan oculto
en los museos como el de los indígenas americanos. Su “caída del caballo”, su
caída en la cuenta de la situación de silencio, fue al ver un cuadro de Clara
Peeters (1580 -1621) en museos como el de Historia de Viena o el Museo del
Prado en Madrid, una pintora excelente, que sin embargo no aparecía nombrada
en los manuales de Historia del Arte con el mismo parangón que sus colegas
masculinos de la pintura flamenca. Tampoco aparecía en los libros de texto. Algo
fallaba.

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Y no es que las mujeres artistas quieran un gueto para su trabajo artístico,
pero el Museo de Washington fue una gran llamada de atención en pro de su
presencia en los museos y en la Historia.
Paulatinamente han ido apareciendo museos y colecciones públicas con
nombre de mujer y esto llena de satisfacción, porque vuelve a establecer un
paralelismo con los museos y colecciones con nombre masculino. Citemos
algunos de los pocos ejemplos de mujeres artistas como el de María Helena Vieira
da Silva, Graça Morais o Paula Rego en Portugal. En España están los museos de
Mayte Spínola, pintora, en Marmolejo (Jaén) o de la baronesa Carmen Thyssen
Bornemisza en Málaga, Madrid y Andorra, en este caso como coleccionista.
Violeta Parra, también artista visual, cuenta con un amplio museo en Santiago de
Chile, que abarca toda su obra. Joan Miró tuvo la gentileza de poner el nombre de
su esposa Pilar Juncosa, junto al suyo en la Fundación y museo de Mallorca,
porque no podemos dejar de recordar el dicho de que detrás de un gran hombre
existe una gran mujer que lo apoya y lo potencia. Cherchez la femme, dicen los
franceses.
A las mujeres artistas del pasado les viene bien, de vez en cuando, un
revival ante los espectadores y Terán se lo ha proporcionado con esta exposición
de “Tributo a las Genias”, que las hace de nuevo resonar en el presente y visibles
en la actualidad inmediata de una exposición, que viene a recordarnos como el
arte es al mismo tiempo estética y pensamiento. Belleza y comunicación,
siguiendo el aserto de que las imágenes aspiran a los mismos derechos que el
lenguaje.
Hay que saber y reconocer que hoy en día, las instituciones museísticas,
las institucionales al menos, prestan mayor atención al arte realizado por mujeres.
Reservan fechas como el mes de marzo para Ellas o están más atentos a los
porcentajes de las exposiciones o adquisiciones de obra que se llevan a cabo,
para tratar de equilibrar la presencia de hombres y mujeres artistas en su sede. Es
curioso como esta nueva actitud rebela a ciertos varones con renovada misoginia.
¡Una pena! Como ya he dicho, no me gusta la paridad por sistema, pero sí, hay
que preguntarse, cuando los números no se acercan a ella, ¿porqué las mujeres
artistas no vienen a ocupar un espacio similar al de los hombres? O viceversa, si
lo contrario se produjera. La ensayista norteamericana Sidi Hustvedt comentó esta
situación con claridad: Creo que es urgente llegar a un acuerdo con la misoginia
en curso y cómo interactúa con cuestiones de clase, sexo y color. La cultura, la
literatura, el arte en general, pueden ser un elemento clave, ya que no existen,
fuera de la filosofía o de la historia de las ideas.
Conclusión
¿Qué hay detrás de esta muestra artística de Terán? Un deseo de resaltar
a la mujer creadora y creativa, a las mujeres que dejaron una maestría evidente en
la Historia del Arte que nutre como un cordón umbilical a todos los artistas que las
sucedieron en el tiempo. Una exposición que pone de relieve la diferencia de
nombres, estilos y procedencias y por tanto demuestra que la inteligencia artística
de las mujeres no tiene frontera.

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Terán, con sus preciosos y rotundos retratos o alusiones a su pintura, ha
proporcionado a las mujeres artistas reconocimiento, resonancia y una renovada
presencia que se prolongará en el tiempo. No ha habido petición, reclamación o
reivindicación alguna en el caso de esta presencia femenina de imágenes, sino la
voluntad decidida de un pintor, que desea subrayar la importancia de las artistas
que dejaron su impronta en la Historia del Arte, enseñanza y estética de las que
todos beben y seguimos disfrutando.
Julia Sáez-Angulo
De la Asociación Internacional
de Críticos de Arte

Notas
1.- Sáez-Angulo, Julia: Historias y personajes del Norte de África; Editorial Espacio
Cultura, A Coruña, 2021.
2.- Guerrilla Girls. The Guerrilla Girls’ Bedside Companion to the History of
Western Art. Londres: Penguin, 1998.

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